Carta Para Dios

Carta numero 2

Querido Dios, últimamente las cosas no salen como lo pensaba. Pero quiero agradecerte por todo, porque eres nuestro Dios y refugio de generación a generación.

Esto me hace recordar como el Rey David lo dice en el libro de Salmos:

Salmo 62:1-2

Solo en ti, oh Dios, reposa mi alma; de ti viene mi salvación. Solo tú eres mi roca y mi salvación, mi refugio, no temeré.

Mi alma tiene sed de usted todo de mí, todo mi ser lo anhela y lo necesita. Señor, medito en cómo el Rey David pudo escribir palabras tan maravillosas en el libro de los Salmos.

Señor, quiero ser un apasionado por usted, quiero enamorarme más de usted, quiero aprender a escucharlo en el silencio. Tengo tantos planes en mente y solo te pido que se haga tu voluntad, pero después medita mi alma y recuerda que tus planes son más grandes que los míos, que tienes un propósito para mi vida. En tu palabra encuentro que deseas hacernos vasos de barro limpios y buenos. Últimamente pienso en eso, en ser transformado, quiero ser renovado en ti, quiero ser un vaso útil en tus manos.

Este proceso de transformación puede llevar quebrantamientos, pero la verdad, al saber que tú eres el que me sostiene, no importa, donde esté, yo quiero estar. Quiero bendecirte mientras yo tenga vida, Señor, tu amor es mejor que la vida. Como los polluelos se acurrucan en las alas de su madre, así quiero estar cerca de usted. El Apóstol Juan se recostaba en su pecho, y pienso que eso tuvo que ser tan bello, tan magnifico, poder escuchar los latidos de su corazón.

Quiero estar más cerca de usted, donde sé que mis errores son tan grandes, pero usted me miras con tierno amor. Es tan bello saber que usted, desde antes de la fundación del mundo, ya me tenía en sus planes.

Quiero que sepa que mi vida solo quiere ser suya. Bendito seas usted que cada día demuestras su misericordia y fidelidad. Cuando las cosas se tornan grises y el agua me pueda llegar al cuello, puedo clamar a usted, y saber que usted me escuchas.

Bendito sea usted, mi Señor, quien es digno de ser alabado. Bendito sea usted, el cual hizo los cielos y la tierra con su palabra. Bendito seas usted, que con amor eterno nos ama. Bendito es usted, mi Señor, que extiende su mano poderosa para nuestras vidas.

Cuánto se alegra mi alma al saber que sirvo al Dios que es sobre todos los dioses. Y es que su hermosura es inigualable, no la puedo ver, pero cuando cierro mis ojos, o ahora que escribo esto, puedo pensar que su hermosura sobrepasa todas las cosas y puedo sentirlo. Señor, en mis debilidades quiero bendecir su nombre. En mis angustias y tribulaciones bendeciré su nombre. Quiero cada día presentarme ante usted en integridad, volverme en oro refinado para la alabanza de tu gloria.

Señor, como el siervo brama por las aguas, así clama mi alma por usted. Mi alma tiene sed de su presencia. Quiero estar cada vez más cerca de donde usted habita. Quiero ser un altar para ofrendar mi vida día con día.

¡¡Gracias Señor!!




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